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Nehemías 9:26  La Biblia de las Américas (LBLA)

Arrepentimiento y confesión

El día veinticuatro de este mes se congregaron los hijos de Israel en ayuno, vestidos de cilicio y con polvo sobre sí.Y los descendientes[a] de Israel se separaron de todos los extranjeros, y se pusieron en pie, confesando sus pecados y las iniquidades de sus padres. Puestos de pie, cada uno en su lugar, leyeron en el libro de la ley del Señor su Dios por una cuarta parte del día; y por otra cuarta parte confesaron y adoraron al Señor su Dios. Y sobre el estrado de los levitas se levantaron Jesúa, Bani, Cadmiel, Sebanías, Buni, Serebías, Bani y Quenani, y clamaron en alta voz al Señorsu Dios.

Entonces los levitas, Jesúa, Cadmiel, Bani, Hasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías, dijeron: Levantaos, bendecid al Señor vuestro Dios por siempre y para siempre.

Sea bendito tu glorioso nombre
y exaltado sobre toda bendición y alabanza.
Sólo tú eres el Señor.
Tú hiciste los cielos,
los cielos de los cielos con todo su ejército,
la tierra y todo lo que en ella hay,
los mares y todo lo que en ellos hay.
Tú das vida a todos ellos
y el ejército de los cielos se postra ante ti.
Tú eres el Señor Dios
que escogiste a Abram,
lo sacaste de Ur de los Caldeos
y le diste por nombre Abraham.
Hallaste fiel su corazón delante de ti,
e hiciste con él un pacto
para darle la tierra del cananeo,
del hitita, del amorreo,
del ferezeo, del jebuseo y del gergeseo,
para darla a su descendencia[b].
Y has cumplido tu palabra, porque eres justo.

Tú viste la aflicción de nuestros padres en Egipto,
y escuchaste su clamor junto al mar Rojo[c].
10 Entonces hiciste señales y maravillas contra Faraón,
contra todos sus siervos y contra todo el pueblo de su tierra;
pues supiste que ellos los trataban con soberbia,
y te hiciste un nombre como el de hoy.
11 Dividiste el mar delante de ellos,
y pasaron por medio del mar sobre tierra firme;
y echaste en los abismos a sus perseguidores,
como a una piedra en aguas turbulentas[d].
12 Con columna de nube los guiaste de día,
y con columna de fuego de noche,
para alumbrarles el camino
en que debían andar.
13 Luego bajaste sobre el monte Sinaí,
y desde el cielo hablaste con ellos;
les diste ordenanzas justas y leyes verdaderas,
estatutos y mandamientos buenos.
14 Les hiciste conocer tu santo día de reposo,
y les prescribiste mandamientos, estatutos y la ley
por medio[e] de tu siervo Moisés.
15 Les proveíste pan del cielo para su hambre,
les sacaste agua de la peña para su sed,
y les dijiste que entraran a poseer
la tierra que tú habías jurado darles[f].

16 Pero ellos, nuestros padres, obraron con soberbia,
endurecieron su cerviz y no escucharon tus mandamientos.
17 Rehusaron escuchar,
y no se acordaron de las maravillas que hiciste entre ellos;
endurecieron su cerviz y eligieron un jefe para volver a su esclavitud en Egipto[g].
Pero tú eres un Dios de perdón,
clemente y compasivo,
lento para la ira y abundante en misericordia,
y no los abandonaste.
18 Ni siquiera cuando se hicieron
un becerro de metal fundido
y dijeron: “Este es tu Dios
que te sacó de Egipto”,
y cometieron grandes blasfemias[h],
19 tú, en tu gran compasión,
no los abandonaste en el desierto;
la columna de nube no los dejó de día,
para guiarlos en el camino,
ni la columna de fuego de noche, para alumbrarles el camino por donde debían andar.
20 Y diste tu buen Espíritu para instruirles,
no retiraste tu maná de su boca,
y les diste agua para su sed.
21 Por cuarenta años proveíste para ellos en el desiertoy nada les faltó,
sus vestidos no se gastaron ni se hincharon sus pies.
22 También les diste reinos y pueblos,
y se los repartiste con sus límites[i].
Y tomaron posesión de la tierra de Sehón, rey[j] de Hesbón,
y la tierra de Og, rey de Basán.
23 Y multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo,
y los llevaste a la tierra
que habías dicho a sus padres que entraran a poseerla.
24 Y entraron los hijos y poseyeron la tierra.
Y tú sometiste delante de ellos a los habitantes de la tierra, a los cananeos,
y los entregaste en su mano, con sus reyes y los pueblos de la tierra,
para hacer con ellos como quisieran.
25 Y capturaron ciudades fortificadas y una tierra fértil[k].
Tomaron posesión de casas llenas de toda cosa buena,
cisternas excavadas, viñas y olivares,
y árboles frutales en abundancia.
Y comieron, se saciaron, engordaron
y se deleitaron en tu gran bondad.

26 Pero fueron desobedientes y se rebelaron contra ti,
echaron tu ley a sus espaldas,
mataron a tus profetas que los amonestaban[l]
para que se volvieran a ti,
y cometieron grandes blasfemias[m].
27 Entonces los entregaste en mano de sus enemigos, que los oprimieron,
pero en el tiempo de su angustia clamaron a ti,
y tú escuchaste desde el cielo, y conforme a tu gran compasión
les diste libertadores que los libraron de mano de sus opresores.
28 Pero cuando tenían descanso, volvían a hacer lo malo delante de ti;
por eso tú los abandonabas en mano de sus enemigos para que los dominaran;
y cuando clamaban de nuevo a ti, tú oías desde el cielo
y muchas veces los rescataste conforme a tu compasión.
29 Los amonestaste[n] para que volvieran a tu ley,
pero ellos obraron con soberbia y no escucharon tus mandamientos, sino que pecaron contra tus ordenanzas,
las cuales si el hombre las cumple, por ellas vivirá.
Y dieron la espalda en rebeldía, endurecieron su cerviz y no escucharon.
30 Sin embargo, tú los soportaste por muchos años,
y los amonestaste[o] con tu Espíritu por medio[p] de tus profetas,
pero no prestaron oído.
Entonces los entregaste en mano de los pueblos de estas[q] tierras.
31 Pero en tu gran compasión no los
exterminaste ni los abandonaste,
porque tú eres un Dios clemente y compasivo.

32 Ahora pues, Dios nuestro, Dios grande, poderoso y temible, que guardas el pacto y la misericordia,
no parezca insignificante ante ti toda la aflicción
que nos ha sobrevenido, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros sacerdotes, a nuestros profetas, a nuestros padres y a todo tu pueblo,
desde los días de los reyes de Asiria hasta el día de hoy.
33 Mas tú eres justo en todo lo que ha venido sobre nosotros,
porque tú has obrado fielmente,
pero nosotros perversamente.
34 Nuestros reyes, nuestros jefes, nuestros sacerdotes y nuestros padres no han observado tu ley
ni han hecho caso a tus mandamientos ni a tus amonestaciones[r] con que los amonestabas[s].
35 Pero ellos en su propio reino,
con los[t] muchos bienes que tú les diste,
con la espaciosa y rica tierra[u] que pusiste delante de ellos,
no te sirvieron ni se convirtieron de sus malas obras.
36 He aquí, hoy somos esclavos,
y en cuanto a la tierra que diste a nuestros padres
para comer de sus frutos y de sus bienes,
he aquí, somos esclavos en ella.
37 Y su abundante fruto es para los reyes
que tú pusiste sobre nosotros a causa de nuestros pecados,
los cuales dominan nuestros cuerpos
y nuestros ganados como les place,
y en gran angustia estamos.

38 [v]A causa de todo esto, nosotros hacemos un pacto fiel por escrito; y en el documento sellado están los nombres denuestros jefes, nuestros levitas y nuestros sacerdotes.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


Carta de recomendación

Cuenta un pastor que una mujer borracha entró un domingo por la noche en su iglesia y entregó su vida a Cristo.

El co pastor de la iglesia fue a visitar al esposo de la nueva convertida al día siguiente y vio que era un mecánico muy inteligente, pero contrario a la religión y apegado a las ideas escépticas de Ingersoll, quien fue apodado como el “gran agnóstico”. El hombre estaba disgustado por la conversión de su esposa y dijo que no tenía ninguna duda de que ella volvería pronto a su antigua vida.

Seis meses después este mismo hombre vino a ver al pastor, con gran perplejidad en cuanto a su propia situación espiritual, y le dijo: He leído todos los libros sobre las evidencias del cristianismo y he podido resistir a sus argumentos, pero en los últimos seis meses he tenido un libro abierto en mi hogar, en la persona de mi esposa, que no puedo refutar. He llegado a la conclusión que yo debo estar en un error, y que tiene que haber un poder santo y divino que puede tomar a una mujer borracha y convertirla en una mujer santa, amable, paciente y piadosa, como es ahora mi esposa.

Todos aquellos que hemos experimentado la vida en Jesús, procuramos hablar a los demás del gran sacrificio que Dios hizo al mandar a su Único Hijo a morir por nosotros. Sin embargo, tampoco es extraño que en ese nuestro afán de compartir con otros nos encontremos con gente que se resiste a escuchar las Buenas Nuevas porque conocen a un pariente, amigo, vecino o alguien que deja mucho que desear con su comportamiento.

Nuestras vidas son el mejor ejemplo, por eso Pablo dice en 2 Corintios 3:2: La única carta de recomendación que necesitamos son ustedes mismos. Sus vidas son una carta escrita en nuestro corazón; todos pueden leerla y reconocer el buen trabajo que hicimos entre ustedes. (NTV)

¿Cómo está tu vida? ¿Crees que es una buena carta de recomendación? Si hasta ahora no has dado el mejor ejemplo, aún puedes cambiar, Dios puede transformar tu vida y usarte para alcanzar a otros. Busca permanecer en comunión con el Señor, es la única forma en la que Él te irá mostrando aquellas cosas que te hacen daño y que no te dejan crecer o te alejan de Dios.

Pídele al Señor que te permita ser un instrumento útil en sus manos y no una piedra de tropiezo para los demás, que tu vida sea la mejor carta de presentación para los que te rodean.

Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

SABIDURÍA DIVINA


“Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios.” Proverbios 2:6 NVI

La sabiduría divina no se obtiene leyendo libros o resolviendo complicados problemas matemáticos, sino por una constante y determinada búsqueda de Dios a través de Su Palabra.

”Presten atención a mis correcciones yo los colmaré de mi espíritu; les daré a conocer mis pensamientos.” Proverbios 1:23 (DHH)

En la Biblia podemos ver a Esteban como un ejemplo de un líder sabio. El organizaba la distribución de la comida para las viudas, pero al mismo tiempo predicaba el Evangelio a los judíos. Esteban mostraba tanta sabiduría al punto que muchos disputaban con él, pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba. (Hechos 6:8-10)

De igual manera debemos asegurarnos de buscar sabiduría en la Palabra de Dios y pasando tiempo de intimidad con el Espíritu Santo.

Cristhian Castillo 
CVCLAVOZ