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Hechos 7:30-35  La Biblia de las Américas (LBLA)

Discurso de Esteban

Y el sumo sacerdote dijo: ¿Es esto así?

Y él dijo: Escuchadme, hermanos y padres. El Dios de gloria apareció a nuestro padre Abraham cuando estaba en Mesopotamia, antes que habitara en Harán, y le dijo: «Sal de tu tierra y de tu parentela, y ve a la tierra que yo te mostraré». Entonces él salió de la tierra de los caldeos y se radicó en Harán. Y de allí, después de la muerte de su padre, Dios lo trasladó a esta tierra en la cual ahora vosotros habitáis. No le dio en ella heredad, ni siquiera la medida de la planta del pie, y sin embargo, aunque no tenía hijo, prometió que se la daría en posesión a Él y a su descendencia después de Él. Y Dios dijo así: «Que sus descendientes serían extranjeros en una tierra extraña, y que serían esclavizados y maltratados[a] por cuatrocientos años. Pero yo mismo juzgaré a cualquier nación de la cual sean esclavos» —dijo Dios— «y después de eso saldrán y me servirán[b] en este lugar». Y Dios le dio el pacto[c] de la circuncisión; y así Abraham vino a ser el padre de Isaac, y lo circuncidó al octavo día; e Isaac vino a ser el padre de Jacob, y Jacob de los doce patriarcas.

Y los patriarcas tuvieron envidia de José y lo vendieron para Egipto. Pero Dios estaba con él, 10 y lo rescató de todas sus aflicciones, y le dio gracia y sabiduría delante de Faraón, rey de Egipto, y este lo puso por gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa.

11 Entonces vino hambre sobre todo Egipto y Canaán, y con ella gran aflicción; y nuestros padres no hallaban alimentos. 12 Pero cuando Jacob supo[d] que había grano[e] en Egipto, envió a nuestros padres allá la primera vez. 13 En la segunda visita, José se dio a conocer a sus hermanos, y conoció[f] Faraón el linaje de José. 14 Y José, enviando mensaje, mandó llamar a Jacob su padre y a toda su parentela, en total setenta y cinco personas. 15 Y Jacob descendió a Egipto, y allí murió él y también nuestros padres. 16 Y de allí fueron trasladados a Siquem, y puestos en el sepulcro que por una suma de dinero había comprado Abraham a los hijos de Hamor en Siquem.

17 Pero a medida que se acercaba el tiempo de la promesa que Dios había confirmado a Abraham, el pueblo crecía y se multiplicaba en Egipto, 18 hasta que surgió otro rey en Egipto que no sabía nada de José. 19 Este rey, obrando con astucia contra nuestro pueblo[g], maltrató a nuestros padres, a fin de que expusieran a la muerte a[h] sus niños para que no vivieran. 20 Fue por ese tiempo que Moisés nació. Era hermoso a la vista de Dios[i], y fue criado por tres meses en la casa de su padre. 21 Después de ser abandonado[j] para morir, la hija de Faraón se lo llevó[k] y lo crió como su propio hijo. 22 Y Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y era un hombre poderoso en palabras y en hechos. 23 Pero cuando iba a cumplir la edad de cuarenta años, sintió[l] en su corazón el deseo de visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. 24 Y al ver que uno de ellos era tratado injustamente, lo defendió y vengó al[m] oprimido matando[n] al egipcio. 25 Pensaba que sus hermanos entendían que Dios les estaba dando libertad[o] por medio de él[p], pero ellos no entendieron. 26 Al día siguiente se les presentó, cuando dos de ellos reñían, y trató de poner paz entre ellos, diciendo: «Varones, vosotros sois hermanos, ¿por qué os herís[q] el uno al otro?». 27 Pero el que estaba hiriendo[r] a su prójimo lo empujó, diciendo: «¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros? 28 ¿Acaso quieres matarme como mataste ayer al egipcio?». 29 Al oír estas palabras, Moisés huyo y se convirtió en extranjero en la tierra de Madián, donde fue padre de dos hijos.

30 Y pasados cuarenta años, se le apareció un Ángel en el desierto del monte Sinaí, en la llama de una zarza que ardía. 31 Al ver esto, Moisés se maravillaba de la visión, y al acercarse para ver mejor, vino a él la voz del Señor: 32 «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob». Moisés temblando, no se atrevía a mirar. 33 Pero el Señor le dijo: «Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar donde estás es tierra santa. 34 Ciertamente he visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus gemidos, y he descendido para librarlosven[s] ahora y te enviaré a Egipto».

35 Este Moisés, a quien ellos rechazaron, diciendo: «¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?» es el mismo que Dios envió[t] para ser gobernante y libertador con la ayuda[u] del ángel que se le apareció en la zarza. 36 Este hombre los sacó, haciendo prodigios y señales[v] en la tierra de Egipto, en el mar Rojo y en el desierto por cuarenta años. 37 Este es el mismo Moisés que dijo a los hijos de Israel: «Dios os levantará un profeta como yo[w] de entre vuestros hermanos». 38 Este es el que estaba en la congregación[x] en el desierto junto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y el que recibió palabras[y] de vida para transmitirlas a vosotros; 39 al cual nuestros padres no quisieron obedecer[z], sino que lo repudiaron, y en sus corazones regresaron a Egipto, 40 diciendo a Aarón: «Haznos dioses que vayan delante de nosotros, porque a este Moisés que nos saco de la tierra de Egipto, no sabemos lo que le haya pasado». 41 En aquellos días hicieron un becerro y ofrecieron sacrificio al ídolo, y se regocijaban en las obras de sus manos. 42 Pero Dios se apartó de ellos y los entregó para que sirvieran[aa] al ejército del cielo[ab], como está escrito en el libro de los profetas: ¿Acaso fue a mí a quien ofrecisteis victimas y sacrificios en el desierto por cuarenta añoscasa de Israel? 43 También llevasteis el tabernáculo de Moloc, y la estrella del dios Rentan, las imágenes que hicisteis para adorarlas. Yo también os deportaré más allá de Babilonia.

44 Nuestros padres tuvieron el tabernáculo del testimonio en el desierto, tal como le había ordenado que lo hiciera aquel que habló a Moisés, conforme al modelo que había visto. 45 A su vez, habiéndolo recibido, nuestros padres lo introdujeron con Josué al tomar[ac] posesión de las naciones[ad] que Dios arrojó de delante de nuestros padres, hasta los días de David. 46 Y David[ae] halló gracia delante de Dios, y pidió el favor de hallar una morada para el Dios[af] de Jacob. 47 Pero fue Salomón quien le edificó una casa. 48 Sin embargo, el Altísimo no habita en casas hechas por manos de hombres; como dice el profeta:

49 El cielo es mi trono,
y la tierra el estrado de mis pies;
¿que casa me edificaréis? —dice el Señor—
¿O cuál es el lugar de mi reposo?
50 ¿No fue mi mano la que hizo todas estas cosas?

51 Vosotros, que sois duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, resistís siempre al Espíritu Santo; como hicieron vuestros padres, así también hacéis vosotros. 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Ellos mataron a los que antes habían anunciado la venida del Justo, del cual ahora vosotros os hicisteis traidores y asesinos; 53 vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles y sin embargo no la guardasteis.

 

 

UN ENCUENTRO CON LAPALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


No huyas del llamado.

“Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.” Jonás 1:1-2 (RVR1960).

Aquí encontramos el llamado de Dios para Jonás, su tarea y misión era advertir a Nínive que será juzgado. Sin embargo, huye y no obedece.

¿Cómo era Nínive? era una ciudad terrible, sanguinaria, llena de personas mentirosas y ladrones que no se cansaban de robar. La prostitución, la hechicería y la idolatría eran otras cosas que caracterizaban a este pueblo. Realmente lo que pensaba, imaginaba y hacia la gente de esta ciudad era totalmente malo.
A pesar de cómo era está ciudad, Dios amaba a todas esas personas y por eso llama a uno de sus hijos para enviarle a predicar su palabra y decirles que se arrepientan. Sin embargo, Jonás escapa de ese llamado.

Hay que recordar que la desobediencia a Dios tiene consecuencias, en el caso de Jonás, se levanta una gran tempestad en su vida que afecta incluso a todos los que le rodean. Aunque al principio no se dio cuenta de la situación porque estaba dormido, más adelante le llegan las consecuencias.

Hay que tener cuidado de no cometer el mismo error que Jonás cometió, el llamado de Dios no solo es para él, sino para todos nosotros que somos sus hijos. La sociedad en que vivimos un día será juzgada por Dios y es nuestra responsabilidad comunicar a las personas sobre la ira del Señor y su misericordia.
Por lo tanto, no escapes al llamado de Dios, porque mientras lo haces o estás relajado, hay personas que están perdidos y yéndose al infierno.

Debes predicar la palabra de Dios y hablar de su amor. Porque cuando lo hagas, el sufrimiento de esa persona parará y el juicio de Dios sobre esa vida se cancelará.

“Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.” Jonas 3:10 (RVR1960).

No tengas temor de compartir el mensaje de salvación, simplemente obedece a Dios.

Diego Jora
CVCLAVOZ

 

 

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REFLEXION

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Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


Soy imperfecto.

En el tiempo antiguo los actores eran llamados en griego “hypokrités”, de donde procede el vocablo “hipócrita” porque usaban máscaras y asumían la personalidad de la persona que representaban; es decir, mostraban una apariencia que no era real.

La Biblia hace una comparación sobre este tema: “Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.” Lucas 18:10-13

Los fariseos eran hombres doctos en las escrituras, por lo que generalmente se mostraban perfectos delante de la gente, incluso en la oración de este fariseo no sólo podemos observar la soberbia, sino también la actuación bien representada de un “santo” que nunca ha pecado, a diferencia de este publicano, quién solamente pedía el perdón del Señor.

Dios desea que seamos como este publicano, que reconozcamos nuestro pecado y recibamos su ayuda para salir adelante; su Palabra también dice: “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.” Proverbios 28:13 (RVR 1960) Asimismo, para que Dios obre en nuestras vidas necesita que estemos arrepentidos y nos acerquemos a Él.

Muchas veces no queremos acercarnos a Dios porque pensamos que somos hipócritas, tal vez porque hemos caído de nuevo, pero la realidad es que a veces confundimos el término y no se trata de hipocresía, simplemente somos imperfectos. Si cometiste un error y estás arrepentido puedes acercarte a Él, el Señor conoce tu corazón y sinceridad, por lo que seguramente alcanzarás misericordia.

Shirley Chambi
CVCLAVOZ