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Lucas 20:36  La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

Pregunta sobre la resurrección

27 Y acercándose a Él algunos de los saduceos (los que dicen que no hay resurrección), le preguntaron, 28 diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: «Si el hermano de alguno muere, teniendo mujer, y no deja hijos, que su hermano tome la mujer y levante descendencia a su hermano». 29 Eran, pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin dejar hijos; 30 y el segundo[l] 31 y el tercero la tomaron; y de la misma manera también los siete, y murieron sin dejar hijos. 32 Por último, murió también la mujer. 33 Por tanto, en la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer. 34 Y Jesús les dijo: Los hijos de este siglo se casan y son dados en matrimonio, 35 pero los que son tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan ni son dados en matrimonio; 36 porque tampoco pueden ya morir, pues son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. 37 Pero que los muertos resucitan, aun Moisés lo enseñó, en aquel pasaje sobre la zarza ardiendo, donde llama al Señor, el Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob. 38 Él no es Dios de muertos, sino de vivos; porque todos viven para Él. 39 Y algunos de los escribas respondieron, y dijeron: Maestro, bien has hablado. 40 Porque ya no se atrevían a preguntarle nada.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

 

REFLEXION

Limitaciones humanas.

Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ

Se cuenta que un gran monarca de Oriente, al subir al trono, hizo proclamar un edicto invitando a todos los que estuvieran en dificultad a que fueran a él, prometiéndoles soluciones a sus problemas.

Fue una mujer cuyo marido estaba en la cárcel y tenía muchas deudas que no podía pagar, y el rey le dio el doble de lo que debía; también fue un hombre al que se le había quemado los graneros y no tenía nada y el rey le entregó una de sus propias heredades; e hizo así con muchos otros.

Un día fue presentado al rey un niño huérfano de padre y madre. Una señora de la corte se ofreció para cuidar al niño y darle todo lo que hacía falta. Y así fue cuidado en el palacio como un hijo del rey; sin embargo, cada día el niño pedía desconsolado al rey que le devolviera a su madre, diciendo que quería sólo a ella.

Entonces el rey le dijo:

-Puedo dar mi dinero, puedo conceder libertad, pero los muertos han escapado de mi poder y jurisdicción.

Existen muchas cosas que para los hombres son imposibles, humanamente hablando, y no sólo se trata de devolver la vida como en el caso del niño de la historia, ¿Quién puede sanar heridas en el alma y traumas emocionales? ¿Quién puede garantizarte seguridad ante las circunstancias adversas?

Podemos estar rodeados de personas muy buenas que quieran ayudarnos e incluso nosotros podemos tener toda la mejor intención y esforzarnos con nuestros amigos y familiares, pero a la hora de la verdad, nada está en nuestras manos y todos nuestros planes pueden cambiar abruptamente; ya sea por una crisis financiera, un desastre natural, un accidente, una enfermedad o muchas causas más y frente a ellas poco o nada podremos hacer.

El salmista declara: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar; Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza” Salmos 46:1-3 (RVR1960)

El Señor es nuestro amparo y fortaleza, quien nos auxilia en cualquier circunstancia; por eso, más que confiar en los hombres o en nuestras capacidades, debemos acudir a Él porque para Dios no hay nada imposible.

Ana María Frege Issa

CVCLAVOZ

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

 

REFLEXION

Devocionales

Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ

Victoria incuestionable

Una madre estaba muy preocupada por sus hijos, desde que su esposo, llamado por la patria se hallaba lejos sirviendo como enfermero de la Cruz Roja.

Cada día era una nueva discusión entre ellos, apenas podía aguantar la situación y todos los días sentada en la cocina, levantaba su corazón a Dios pidiéndole fuerzas.

Un día, mientras hacía su oración apareció Juan, restregándose las manos con la luz de la victoria en los ojos, y dijo:

- ¡Lo he vencido, mamá! ¡He ganado la victoria para siempre! Ya no podrá molestarme más.

La madre asustada, pálida como la cera, se levantó gritando:

- ¿Qué le has hecho? ¡Habla… di!

- Le he pegado las dos bofetadas más fuertes e inesperadas que recibió en su vida y allí quedó, apoyado en su cama y llorando.

- Pero, pero pero…- Fue lo único que supo decir ella. Poniéndose de pie iba a salir cuando el muchacho le impidió el paso.

- Escucha primero, mamá- Le dijo- Ayer mi hermano me ofendió como nunca antes. Esta mañana, cuando se despertó en su lecho, me miró con ojos de ira. Yo salté de mi cama y cuando él vio que me acercaba a la suya se sentó, pensando en defenderse. Entonces yo, cayendo sobre él, porque soy más fuerte, lo sujeté y le planté dos besos, uno en cada mejilla. Su sorpresa ha sido tan grande que se ha caído de espaldas, y se quedó allí llorando. Ahora ya puedes ir a consolarlo, si quieres…

- Pero, pero hijo mío.

- ¿Por qué lo besé, preguntas, mamá? Porque he recordado unas palabras del evangelio: “Perdona nuestras deudas como perdonamos…”

Muchas veces perdemos el tiempo enfrascándonos en peleas y discusiones, creando resentimientos y odio, olvidando que si perdonamos las ofensas de los otros, también seremos perdonados. “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial” Mateo 6: 14 (RVR 1960)

¿Llevas mucho tiempo peleado con alguien? ¿Intentaste solucionar las cosas o simplemente tu orgullo pudo más?

Efesios 4:32 dice: “Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo” (NTV)

Recuerda que las palabras ásperas sólo ahondarán la distancia entre tú y la persona que amas. Acércate con palabras amables e intenta restaurar la relación. Dios te ayudará.

No permitas que pase más tiempo, busca a tu amigo, hermano, padre, madre, compañero, a la persona con la que estés peleada y da el primer paso para la reconciliación.

Ana María Frege Issa

CVCLAVOZ