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Marcos 10:49 La Biblia de las Américas

 

El ciego Bartimeo es sanado

46 Entonces llegaron* a Jericó. Y cuando salía de Jericó con sus discípulos y una gran multitud, un mendigo ciego llamado Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino. 47 Y cuando oyó que era Jesús el Nazareno, comenzó a gritar y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 48 Y muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! 49 Y Jesús se detuvo y dijo: Llamadle. Y llamaron* al ciego, diciéndole: ¡Anímate! Levántate, que te llama. 50 Y arrojando su manto, se levantó de un salto y fue a Jesús. 51 Y dirigiéndose a él[p], Jesús le dijo: ¿Qué deseas que haga por ti? Y el ciego le respondió: Raboní[q], que recobre la vista. 52 Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha sanado[r]. Y al instante recobró la vista, y le seguía por el camino.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

 

REFLEXION

Los cambios externos nos impactan, pero son pasajeros

Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ

Todos podemos sufrir una gran transformación cambiando de corte de cabello, usando maquillaje o la ropa adecuada y seguramente nos sentiremos de maravilla porque los cambios externos nos impactan, pero hay que recordar que son pasajeros.

La transformación de un mendigo

Uno de los asistentes a la convención de la Midwestern Barber’s Association en Chicago tuvo la siguiente sugerencia:

- Vayamos a los barrios bajos, busquemos allí un borracho perdido que necesite un corte de pelo y de barba, traigámoslo aquí y hagamos una demostración ante nuestro grupo del cambio que podemos lograr en el borracho.

Así lo hicieron y encontraron un borracho en una esquina y le hicieron todo lo mencionado antes. Los barberos hicieron una colecta y le compraron un traje nuevo, corbata y zapatos. ¡Tenía un aspecto magnífico!

El director de un hotel, impresionado muy favorablemente por el cambio que habían logrado los barberos en el individuo, le ofreció un empleo.

- Me presentaré a las ocho de la mañana para empezar a trabajar – prometió el hombre.

Sin embargo, no se presentó. Lo encontraron más tarde, totalmente borracho en una esquina. La mayor necesidad del hombre es de una limpieza interior.

Cambios duraderos

Lo externo siempre es llamativo a nuestros ojos y muchas veces nos dejamos guiar por eso y dejamos de lado nuestro cuidado interior, olvidando que es necesario que dediquemos tiempo a nuestro crecimiento espiritual.

Los cambios reales se dan de adentro hacia afuera, esos son los que permanecen para siempre, en cambio los externos son temporales.

Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios. Como dicen las Escrituras: «Los seres humanos son como la hierba, su belleza es como la flor del campo. La hierba se seca y la flor se marchita. Pero la palabra del Señor permanece para siempre»

1 Pedro 1:23-25 (NTV)

Los cambios externos son pasajeros

Los mejores cambios son aquellos que se producen a raíz de la dedicación a nuestro crecimiento espiritual, cuando buscamos conocer más a Dios, acercarnos a Él, meditamos en su palabra y procuramos parecernos cada día más a Él.

Y aunque parezca que nadie lo notará, esos cambios se reflejan en nuestro exterior y la gente los percibe.

Los cambios externos nos impactan y no está mal cuidar de nosotros mismos, lo malo es centrar nuestros esfuerzos en esos cambios, olvidando que son pasajeros y dejando de lado nuestro crecimiento espiritual.

Empieza a poner más cuidado y esfuerzo en aquellos cambios que transformarán completamente tu vida.

Ana María Frege Issa

CVCLAVOZ

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

 

 

REFLEXION

¿Muestras compasión a las personas? ¡Descúbrelo!

Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ

Compasión es tener misericordia, piedad, ayudar al necesitado y amar sin recibir nada a cambio. ¿Eres una persona compasiva?

La compasión de Jesús

Cuando Jesús vio a María y los judíos llorar por la muerte de Lázaro, sintió compasión y lloró junto a ellos. (Juan 11:33-35).

En la alimentación de las cinco mil personas, Jesús vio a la gran multitud y tuvo compasión de ellos; los alimentó y sanó a los enfermos (Mateo 14:13-14). De manera similar, cuando Jesús salía de Jericó se compadeció de dos hombres ciegos y los sanó (Mateo 20:30-34).

La compasión es una característica de nuestro Dios y como sus hijos nosotros también debemos tener esa cualidad. ¿Tienes compasión de las personas?

El que no ama a su hermano no a conocido a Dios

Cuando un intérprete de la ley religiosa le preguntó a Jesús sobre la vida eterna y qué cosas debía hacer para heredarla, el Señor le recordó los principales mandamientos.

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.

Marcos 12:30-31 (RVR 1960)

Haz esto y vivirás, le dijo Jesús al experto en la ley religiosa. Lo único que tenía que hacer aquel hombre para heredar la vida eterna era obedecer.

No podemos cumplir el mandamiento de amar a Dios, sino amamos a nuestro prójimo. La Biblia dice:

Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.

1 Juan 4:20-21 (RVR 1960)

La compasión es amar a todos por igual

En la parábola del buen samaritano, Jesús ilustra quién es el prójimo y cómo es el corazón de una persona que tiene compasión.

Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.

Lucas 10:30-34 (RVR 1960)

El sacerdote y el levita vieron a su hermano judío botado en el camino, pero ninguno de ellos hizo nada. Ambos pasaron de lado. Sin embargo, el samaritano, se acercó a él y viéndole, fue movido a misericordia y tuvo compasión de él.

¿Eres una persona compasiva?

No es suficiente conocer los mandamientos de Dios, debes ponerlos en práctica. Y la compasión no solo es ver la necesidad del prójimo, es preocuparse y ayudarle. «Haz esto y vivirás»

Diego Jora

CVCLAVOZ